Bodegas Rivas

Prometí hacer una crónica del festival flor de pasión, pero reconozco que mi participación en él no me ha provisto de suficientes datos para relatar el evento. Además tengo que añadir que no estuve muy motivado, sólo vi las actuaciones de Nobel y Mysterio, previas a la nuestra, y desde la planta de arriba en la pantalla. El bueno de Juan de Pablos, por lo que vi, no se encontraba muy animado con su propia fiesta. Es comprensible, el hombre hace dos festivales anuales en siroco desde hace no sé cuantos años, y es normal que de vez en cuando no tenga el cuerpo para fiestas.

El caso es que, al llegar a siroco a eso de las nueve (habíamos rechazado hacer prueba de sonido porque, total, a la hora que teníamos que tocar, hay tal revuelo y los técnicos están en tal estado, que no merece la pena), me encontré con la gente de lois casino probando, dejé el bajo en el minicamerino, que por cierto, se convierte en algo muy divertido cuando se pone como el camarote de los hermanos Marx, y me fui al Rivas a tomarme unas cañas. Y es en este punto donde quiero hacer un comentario. Si hay algo por lo que merece la pena tocar en siroco, son las cañas en el Rivas, bar madrileño donde los haya.

Este bar lleva abierto desde 1923 y aun conserva muchos detalles de la decoración y mobiliario inicial. Cundo uno se instala a darse el placer de tomar una cerveza bien tirada y a charlar con unos amigos, le invade una sensación especial, te ves atrapado por esas paredes repintadas mil veces, por la barra sobre la se han apostado tantos personajes, o por las enormes tinajas pintadas de rojo de las que aún despachan vino a granel.

¡Que los bares como el Rivas se conserven durante muchos años, y que los gambrinus, y los cañasytapas de los cojones se hundan en la miseria! (iluso por mi parte).

Foto sacada del bendito google maps.